martes, 24 de noviembre de 2020

Los hechos de Pello Bilbao hablan más alto que sus palabras


Miembro de la generación del 90. Nombre ochentero, apellidos inequívocamente vizcaínos. Sin armar mucho ruido, se ha hecho con un palmarés completito, tanto en puestos como en victorias.


Debutó en Orbea, pero pronto fue captado oot el glorioso Euskaltel-Euskadi de Madariaga. Con su desaparición, hubo de recalar en Caja Rural hasta que Astana posó sus ojos en él. Ahora milita en el Bahrain McLaren de Landa y Poels.


Una vez emprzó a ganar, en la Klasika Primavera 2014, ha seguido haciéndolo con cierta regularidad, pero sus triunfos nunca han tenido mucho eco. Ni siquiera cuando ganó en el Dauphiné de 2018 tras acabar 6° en el Giro drl mismo año. Yo siempre elogié aquel desempeño, dado el alto nivel deportivo de dicha edición de la ronda italiana.


A setaso a Rolex


Esta especie de Majka a la rspañola puede afrontar una Grande para hacer una buena General, con lo que se centra en ser regular e ir con la calculadora, o, como en el Giro 2019, buscar triunfos parciales y dejarse ir cuando la etapa no le sra propicia. Así se anoto dos.


Pero su actuación en 2020 nos retrotrae a esos 80 o 90, en los que Vuelta y Giro sólo diferían una semana. Viéndolo hoy, todos nos preguntábamos como hacían los Battaglin, Giovanetti o Lejarreta para completar ambas con gran rendimiento. Pello Bilbao tras un Tour supeditado a Landa, participó en los Mundiales de Crono y Ruta para, acto seguido, embarcarse en un durísimo Giro otoñal y acabar 5°.


El ciclista de Guernica está en plena madurez, ha demostrado tener motor y "olfato de gol" en días concretos. Para 2021, debe separar su calendario del de Landa. Hacer Giro y Vuelta podría maximizar su rendimiento. Alguien que lleva desde los 20 corriendo con pros, nunca sabe cuantas temporadas a pueden quedarle a gran nivel.


De momento, con la que ha hecho, vuelve a ganarse, otro año más, unas buenas alubias pintas.


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