Sí, es el slogan de un lavavajillas, pero no hay mejor frase para definir el caso que nos ocupa.
Este jugador pontevedrés, que se ha ido haciendo a fuego lento como el buen caldo gallego, debutó en el profesionalismo en el Málaga C.F. a los 23 años (en 2005). Despues, 5 temporadas en el Sporting de Gijón, al que ayudó a ascender y donde se labró un nombre en Primera. Ya no era el hijo del entrenador Fernando Castro Santos. Si acaso éste era su padre.
Y en esto llegó el Geta la temporada pasada, con una oferta económica mejor que la del equipo asturiano,asturiano, y se llevó a Diego Castro. Ignoro cuales fueron las diferencias económicas que impidieron la renovación del jugador gallego por el equipo asturiano, pero a fé que lo pagó con un descenso.
Diego Castro es un diestro que juega en banda izquierda y cuyo principal objetivo es encarar la portería rival haciendo el regate hacia dentro, hacia su pierna buena o aparecer por sorpresa por el vértice del área. Es un finalizador con un alto índice de eficacia con sus tiros cruzados, que entran incluso con poco ángulo. Y, sobre todo: sus goles suelen valer puntos.
Es curioso ver como, con la edad ha ido acotando cada vez más su radio de acción y disminuyendo sus intervenciones y sigue promediando sus 7-8 tantos por temporada. Con 30 años es más eficaz que con 25.
Cuando ves a un jugador durante años marcar goles,asistir a compañeros, hacer regatrs imposibles e incluso malabarismos te preguntas si no tendría sitio en equipos más grandes. Y, al final te das cuenta que su habitat natural son equipos de media tabla, eso sí con aspiraciones, donde se sientan importantes, tengan menos presión y menos competencia en el puesto.
Pero no os engañéis, es mejor que muchos jugadores de equipos más grandes. Es tan bueno como parece. Más que nunca: ya lo ha demostrado con creces.¡ Hasta el míercoles gente!
